No es fácil desafiar los mandatos de nuestra sociedad. Muchas veces no podemos distinguir si realmente vivimos como queremos y tomamos decisiones que nos reflejan realmente o si lo hacemos por complacer a la familia, los amigos, a la sociedad en general. 
A medida que crecemos y nos vamos moldeando, hacemos las cosas como nos enseñaron, pero no nos dijeron que podíamos vivir de mil maneras más y que esa era sólo una de las tantas posibilidades. 

Para colmo, cuando uno intenta desafiar los límites y se quiere aventurar en algo diferente cargamos con culpa. Culpa por no querer estar encerrados 8hs en una oficina; más si es un trabajo que no nos gusta. Culpa por no querer viajar 3  hs al trabajo y que te quede poco tiempo para hacer lo que te gusta o estar con tu familia. Culpa por dejar una carrera o cambiar de rumbo. 
Cargamos con el juicio que tienen los demás de nosotros y nos da miedo que piensen “mal” o nos vean como bichos raros. 
Entonces… ¿cuándo vivimos para nosotros?
No todos se dan cuenta y otro tanto no se anima. Personalmente empece a tomar conciencia de que las cosas se hacen ahora, y si no puedo por algún motivo, me pongo en marcha para resolverlo. Me repito siempre que la vida no es tan larga como creía y no siempre voy a tener el mismo estado físico.  Nadie tiene asegurado el futuro así que el tiempo es ahora.